Se acerca la festividad de Todos los Santos. Uno de los días más señalados en nuestro calendario que, además del recuerdo a quienes ya no están, para mí desde niña siempre ha estado unido a los buñuelos. La imagen inolvidable de los escaparates de las pastelerías inundados de buñuelos desde días antes de la fiesta o el recuerdo de mi padre llegando a casa con la bandeja bajo el brazo. Esa emoción indescriptible por retirar el papel y devorarlos. Disfrutando cada bocado y deseando que nunca se acaben. ¿Te das cuenta cómo asociamos la comida a nuestros recuerdos? Haz la prueba: piensa cuáles han sido algunos de los momentos más felices de tu vida. Seguro que, en casi todos, hay una mesa donde has compartido sonrisas, complicidades y felicidad con las personas que quieres.

¡Vamos ya a por los buñuelos! Pero este año ahora haciéndolos tú.

Ingredientes (para 20 buñuelos):

  • 1 huevo
  • 40 g azúcar
  • 1 yogur griego azucarado (125 g)
  • ralladura de 1 limón
  • 1 cucharadita de aroma de vainilla
  • 100 g harina de trigo
  • 8 g levadura en polvo
  • una pizca de sal

Elaboración: 

Comenzamos preparando todos los ingredientes para lo que llamamos la “mise-en-place” que nos vendrá genial para organizarnos. Todo ordenado y a mano. Así empieza siempre una buena receta.

Empezamos batiendo el huevo: Lo primero que haremos será batir el huevo con el azúcar. Puedes hacerlo con varillas eléctricas o con varillas manuales porque es una masa blandita que se trabaja fenomenal.

Batiremos unos minutos, pero no es necesario esperar a que el huevo duplique su volumen. Te estarás preguntando, ¿entonces, cuándo debo parar? Pues es muy sencillo: queremos introducir una cierta cantidad de aire, pero el momento justo será cuando dejemos de notar los granitos de azúcar, señal inequívoca de que se habrá integrado completamente.

Se nos une el yogur: Ahora le toca el turno al yogur. Hay varias posibilidades: personalmente, me encanta la textura que le da a la masa el yogur griego (en mi caso azucarado porque soy una golosa sin remedio), pero podemos utilizar yogur natural, azucarado o no y también yogur de limón, que combina a la perfección con la ralladura que le añadiremos en unos minutos.

Para incorporar el yogur basta mezclarlo con las varillas unos 30 segundos, tiempo suficiente para tener una masa lisa y cremosa.

La importancia de los olores: Ahora le toca el turno a los aromas porque estos buñuelos se prestan a ser aromatizados con los sabores que más te gusten. Yo he elegido vainilla y limón, pero puedes cambiarlos a tu gusto y utilizar piel de naranja, canela en polvo, o una combinación de ambas.  Si te decides por la vainilla, ten en cuenta que las cantidades a añadir variarán dependiendo de si es aroma, esencia o extracto. La diferencia es importante porque varía mucho su intensidad.

Importante: no te confundas con azúcar vainillado o vainillina azucarada, que son productos que nada tienen que ver con las esencias y no es lo que buscamos en esta ocasión.

El limón también cuenta: Para la ralladura de piel de limón utiliza la parte más pequeña de tu rallador. Queremos darle un toque de limón natural, pero debe ser sutil y delicado.

Ten mucho cuidado de no añadir la parte blanca de los cítricos (la que está justo debajo de la piel y en contacto con la pulpa) porque amarga muchísimo y lo notarás en el sabor final. Dale un toque diferente a tus buñuelos y hazlos a tu gusto. ¡Te los van a quitar de las manos!

Lo seco suma: Mezclamos tan solo unos segundos para incorporar los aromas y pasamos a los ingredientes secos: harina, levadura y sal.

La harina que yo utilizo es harina de trigo normal, de todo uso, pero recuerda tamizarla siempre pasándola por un colador, así eliminará posibles impurezas y conseguirás un producto final mucho más aireado. Este paso es súper importante… ¡así que no te lo saltes!

La sal no es imprescindible, pero realza el sabor de todos los ingredientes y tan solo necesitas una pizca para marcar la diferencia.

Respecto a la levadura, asegúrate que sea levadura de repostería y no de panadería. Para estos buñuelos necesitas levadura en polvo de toda la vida, que también se conoce como impulsor químico.

Añadimos la harina de una sola vez, mezclada previamente con la levadura y la sal (para que se repartan de un modo uniforme) y le damos otro toque de varillas para que todos los ingredientes estén bien incorporados.

¡Cuidado de no excedernos con el batido a partir del momento en que incorporamos la harina o nos quedará una masa demasiado elástica y correosa!

¡Ya tienes la masa! Ahora tienes una masa lisa, uniforme y con volumen que debes dejar reposar en nevera entre 30 – 60 minutos. Este reposo es necesario, ¡así que no te lo saltes por muchas ganas que tengas de probar los buñuelos! Recuerda que las prisas nunca son buenas y en la cocina, tampoco.

Pasado el tiempo de reposo de la masa, dale una vueltecita y pon una sartén/cazo al fuego con abundante aceite (yo te recomiendo aceite de girasol neutro para freír, para no aportar sabor). Tienes que ir echando montoncitos de masa directamente en el aceite caliente. Puedes utilizar 2 cucharitas de postre (con una coges la masa y con otra la empujas delicadamente para que caiga en el aceite) o bien un saca bolas de helado pequeño, sí, sí, algo poco convencional pero que te aseguro funciona a las mil maravillas para que la cantidad sea siempre la misma y tus buñuelos sean del mismo tamaño. ¿Quién nos lo iba a decir, verdad? ¡Pues funciona!

¡Estás ya a punto de conseguirlo! La temperatura del aceite es clave para el resultado y por ello siempre debes probar con un poquito de masa. El aceite debe estar caliente pero no en exceso (por supuesto nunca tiene que llegar a humear ) porque si está demasiado caliente los buñuelos se harán muy rápido por fuera, tendremos que sacarlos para que no se quemen y estarán aún crudos por dentro, así que mucho, mucho cuidado con este paso porque es clave para el resultado final.

Debes freír los buñuelos a fuego medio y sacarlos con una espumadera cuando estén dorados por todas las partes.

Como, seguro, tus buñuelos te están quedando súper redonditos, algunos irán girando casi solos. Sácalos del aceite y deja que escurran el exceso de grasa sobre un papel absorbente. A continuación rebózalos en azúcar grano y prepárate a probar un bocado divino.

¡Enhorabuena!